Os comparto un artículo
en el que un amigo, Ivan Ortega, habla de su experiencia en Canadá. En muchas
ocasiones me preguntan si expatriarse vale la pena o no. Mi experiencia es
buena a pesar ciertas carencias personales más relacionadas con las costumbres añoradas,
la familia y los amigos.
Me permito compartiros la mayor parte un documento (que no las cajas en
naranja y los pies de las fotos) que cuenta su experiencia, los motivos de
estos profesionales para expatriarse pero que, sobre todo, habla de empuje, superación
y valentía.
Experiencias de enfermeros españoles en otros países: Obligación y mejora
Progreso profesional, necesidad laboral e inquietud personal son motivaciones de los enfermeros españoles que trabajan en otros países.-----------------------------------------------------------------------------------------------------
Experiencias de enfermeros españoles en otros países
Obligación y mejora
Progreso profesional, necesidad laboral e inquietud personal son motivaciones de los enfermeros españoles que trabajan en otros países
Elena Navalón
Enfermera en Inglaterra, Australia, India, Yemen y Colombia
“Somos muy polivalentes. En todos los países tenemos una formación variadísima y hacemos cualquier cosa”
“La
principal motivación fue el deseo de mejorar profesionalmente, tanto yo como mi
mujer, que es enfermera de emergencias, dando una opción de educación y cambio de estilo de
vida a nuestros hijos, de seis y cinco años”. Así responde, por correo
electrónico el enfermero Iván Ortega a la pregunta de la razón que le llevó a
dejar su trabajo en España para emigrar a Canadá, donde es investigador
asociado en la unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Infantil de Montreal.
Previamente
había trabajado en los helicópteros sanitarios en Dijon (Francia) y terminó sus
estudios de enfermería en Copenague (Dinamarca). Su caso es diametral- mente
distinto al de Héctor Arévalo, enfermero quirúrgico en el Hospital Público de
Munich, en Alemania. “Cuando terminé la diplomatura era fácil encontrar
trabajo en España, pero vinieron la crisis, los recortes
y el paro. Hace un año me llamaron de la oficina de empleo porque necesitaban enfermeros
para maternidad y pediatría
en Alemania. Hice
un curso del idioma, subvencionado por una empresa alemana y nos
fuimos”.
A sus
33 años, Elena Navalón ha estado cinco años en Inglaterra,
otro en Australia y varios meses en Yemen y Colombia. “Siempre
me ha gustado viajar. Cuando terminé en 2001 necesitaban enfermeras en
toda Europa menos España y me fui, atraída por vivir nuevas experiencias y
ampliar horizontes”. Ahora estudia francés para trabajar con Médicos Sin
Fronteras en África. De hecho, la
cooperación es otra
salida laboral para las
enfermera españolas.
Su
primer contacto suele ser a través del voluntariado, como le ocurrió a María
Chico, que estuvo un mes en India. “A través de la academia en la que preparaba
el EIR me puse en contacto con la ONG ‘Amigos de Calcuta’ y me fui a su misión
sanitaria. Siempre había querido colaborar en algún sitio, no sabía ni dónde ni
cuándo. Como no estaba trabajando y tenía algún dinero ahorrado no me lo pensé
dos veces”.
Investigador en Canadá
Iván
Ortega es enfermero e investigador asociado
a la Universidad de Alcalá de Henares,
especialista en
responsabilidad profesional y
ética médica. Tras investigar sobre la donación de órganos en pacientes
declarados fallecidos y cómo se aborda la reanimación de pacientes que sufren
una parada cardiaca inesperada, obtuvo una beca de posgrado de la Fundación La
Caixa para seguir su trabajo en Quebec (Canadá), región pionera en este área de
las ciencias de la salud. “España no apuesta lo suficiente por la
investigación, menos aun cuando las cuestiones imbrican varias disciplinas,
como es mi caso. En la Universidad los recortes eran evidentes. En mi trabajo
asistencial más aún. Si a ello le añadimos que las autoridades sanitarias
denostan la figura del funcionario público y apuestan por privatizar servicios
de salud, el resultado es que la decisión de intentar algo mejor fuera es más
fácil”.
En
el equipo de
investigación, Iván revisa los protocolos que están intentando
implementar en Canadá y en Reino
Unido, Australia y Estados Unidos, países con los que trabaja en red. “La
experiencia que puedo aportar del modelo español les interesa, pues no han
explotado este tipo
de donación. Formulamos
propuestas de mejora e intentamos hacer
un abordaje integral a
la parada cardiaca
refractaria, que brinde opciones terapéuticas y logísticas que hoy otros
países, no España por el momento, ya ofrecen. Cuando esto ocurra, el resultado
será un incremento en la supervivencia con calidad de vida de ciertos pacientes
o la muerte, en cuyo caso, y
sólo entonces, plantearíamos la donación de órganos”.
A
nivel profesional, la experiencia
está resultando satisfactoria. “Cada día
descubro más posibilidades
tanto a nivel
asistencial como docente, igualmente para mi mujer, que es enfermera. Y
lo curio- so que hay trabajo fuera del ámbito sanitario. Aquí
tienes posibilidades de decidir
qué haces y cambiar a mejor constantemente”.
SACRIFICIO PERSONAL - Ivan Ortega
A nivel personal, la experiencia de Iván está
siendo complicada. Su mujer y sus hijos siguen en España. “Habíamos preparado
todo para que fuera un proyecto familiar. Pero mi mujer lleva dos años
esperando para firmar su plaza obtenida como enfermera de emergencias en el
SUMMA 112. Pero las prioridades de la Consejería son otras y los plazos no se
han respetado. Al ser interina de larga duración, como es su caso, no tiene
derecho a excedencia”.
Ricos o empobrecidos, la enfermería es fundamental
“Hacemos
de todo y servimos para todo”, asegura Elena Navalón tras conocer la enfermería
en Inglaterra, Australia, India, Yemen y Colombia. “Cuando cooperas te das
cuenta de la importancia de estar ahí. Te preguntas qué hubiera pasado de lo
contrario. Por ejemplo, en Yemen salimos a atender a la población desplazada
por los combates entre el gobierno y los opositores. Fuimos en un par de
coches, con medicamentos y material de cura. Era época de malaria y vinieron
muchos niños enfermísimos, con fiebre y convulsiones. Literalmente te das
cuenta de que si no estás allí hubieran
muerto. O en Colombia, el
gobierno no ofrece servicios de salud en las zonas controladas por la
guerrilla. Allí coordinaba un puesto de salud de Médicos Sin Fronteras. Llegó
una niña a las tres de la mañana, que se había abierto la cabeza tras caer
desde la ventana de su casa. Su- turamos la herida, controlamos la hemorragia,
la estabilizamos y la llevamos, a la
mañana siguiente, al hospital más
cercano. ¿Qué hubiera pasado si no estamos allí?”.
María Chico ahora es colabora- dora de la ONG
“Amigos de Calcuta”, con la que participó en un voluntariado sanitario. Allí
comprobó que “la enfermería es necesaria en todos los sitios. Estés donde
estés, una enfermera pueda ayudar mucho y aportar su granito de arena”. La polivalencia
es uno de los
valores de la enfermería en cualquier lugar, afirma Elena. “Cuando
trabajas en otros
países, ya sean desarrollados o empobrecidos, ves que
las enfermeras tienen una formación variadísima y pueden hacer cualquier
cosa. En Colombia llevan la
farmacia del puesto
de salud, hacen planificación familiar,
pruebas de laboratorio... En África hay una enfermera cada no sé
cuántos kilómetros. Aprenden
a ser matronas, médicos, hacen ecografías. No hay otro personal”.
Articulo de: Enfermería en desarrollo - ÁMBITOS PROFESIONALES
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